26 de octubre de 2015

Por Luis Vilchez - Poesía Periodística (Parte 26) - Ruben Vigo, de Mendoza al mundo

Convidamos en este nuevo encuentro amoroso con la poesía a Rubén Vigo.

Este inmenso poeta popular es integrante de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento de San Luis y también de la Revista La Mosquitera de Mendoza. Publicó Denuncia en coautoría con el poeta Juan de la Maza, también de Mendoza, Editorial Tortitas Caseras, año 2009

Es un trabajador de la cultura. Comparte espacios de fraternidad y sueña una revolución epocal. Un hermano de El viento. Un abrazo en el camino. 




Poema dedicado a Rubén Vigo


La Soledad 

Detrás de cada incierta puerta
año tras año
siempre me espera 
la soledad

vestida como nube de algodón
mi soledad sirve café
me observa 
y muy atenta
disfruta mis silencios…

en este invierno es especial 
mi soledad

ha abierto todas las puertas de mi alma
se entregó desnuda al sol
serenita retoza en el césped del patio

escucha y disfruta 
del canto de los pájaros
bebe agua fresca y me convida
me da palabras

yo estoy sentado 
en la pradera de sus nalgas
canto con ella
me siento pájaro
vuelo sereno por el firmamento
y llego inmenso hasta la cima
de estos versos…

mi soledad es insaciable
me pide más y más incertidumbres:
¡respirá! ¡salí a pasear!
¡bañáte! ¡ve a trabajar!
¡hacé el amor! ¡sentí! 

me llena el bolso y la esperanza
de palabras
así yo… enfrento al mundo…

el telón del amor
se cae y se levanta
la brisa suave
se estrella contra mi alma

y  sigo caminando mi destino
de letras solitarias 
y manos solidarias…

inmediatamente 
me tiento a abrir las puertas
de otras soledades

y vuelvo ha ser 
por un momento inmenso
nuevamente pájaro
canto matinal
efluvio
amante insaciable

y llego al puerto fresco 
de otras soledades

les cebo un mate
les hablo
les nostalgio

les hago cosquillas en el vientre
las beso y las rebeso
les cuento un poco de mi soledad
y luego marcho…

mi soledad
es muy solicitada
y es etéreamente solitaria

y a diferencia de otras soledades
mi soledad es buena…

me goza 
me disfruta
me acompaña…

siempre marchando 
con otras soledades
siempre en un puente
rumbo al infinito
siempre en un puerto
donde nadie llega

siempre lo incierto
lo compacto
lo concreto

siempre en los ojos
de los niños tristes
siempre guerrera
siempre protestando

siempre en las marchas
de pan y de trabajo

siempre en un río 
cristalino y puro
siempre en los ojos 
de mi bienamada

siempre presentes

yo
y mi soledad 


                                                                        Juana Koslay, jueves 16 de julio de 2009, 15: 37 horas

                                                         Poema extraído del libro Epitafios de amor y desamor, año 2010


Obra de Ruben Vigo 

Abrazos

Se piensa que el abrazo es un mero saludo, un simple gesto. Que el abrazo es un acto cordial de amistad, una entrega cariñosa que se da a alguien que lo merezca, para un conocido basta con un apretón de manos. En fin, se reconoce al abrazo como una formalidad en las relaciones humanas de los humanos. Pero el abrazo, en realidad, es el contacto de dos cuerpos que dialogan más allá de sus dueños. Los cuerpos en el abrazo tienen independencia, una brutal y magnífica independencia que hace que una vez iniciado ya no respondan a sus mandos superiores, entendamos con esto, que no nos responden más a nosotros y a nuestras limitaciones, a nuestros miedos, a nuestro raciocinio. Los abrazos esencialmente son rebeldes y solidarios, una vez que se despiertan y actúan ya nadie los detiene. Ellos van solos en busca de alegrías, las generan, las comparten y las contagian. A mí me ha pasado. Una mañana de hace vaya a saber cuánto tiempo, di un abrazo, de esos que se deben evitar, según me enseñaron y enseñan las leyes de la formalidad, de esos donde se percibe el riesgo, un riesgo que viene frontal, un abrazo determinante, peligroso, sedicioso, un abrazo que llega para consumar su momento deseado, la unión con el nuestro y por lo tanto la ruptura del orden. Ese abrazo llegó y se me escapó de control, imaginé que podría resistirlo, pero el abrazo tomó las riendas de los cuerpos y no había forma de pararlo. Intenté despegarme, hasta mordí mi hombro, nada, ni sentí el dolor, igual que si hubiera mordido un hombro ajeno. Ese abrazo de aquel día, de aquella mañana puso en alerta a mis mandos internos, esos que detienen los excesos, los que utilizan las palabras: moderar, prudencia, cordura. Ese abrazo me dejó tal huella de locura que hasta hoy no puedo borrarla. Desde aquel día supe que existe una frontera donde uno es débil y cede, también aprendí que cierta debilidad nos lleva a resucitar la esperanza.
Después el tiempo pasó y aparecieron distintos abrazos, no como aquel, pero importantes. Algunos de bienvenida, otros para el recuerdo, otros que dejaron una tibieza especial, ya que se comprende en el instante que no van a regresar por mucho tiempo, o tal vez peor, que nunca más van a regresar. Hay abrazos que uno quisiera dar pero el otro cuerpo está lejos, entonces, debemos conformarnos con la memoria. Hay abrazos de ternura y algunos que son para el olvido. Pero los abrazos, eso aprendí a lo largo de los años, los abrazos son el mejor diálogo entre los humanos, con gusto uno arriesga a quedar expuesto ante su acto de rebeldía. Gracias a ellos nos sentimos menos solos frente al universo. Cuando estamos unidos con alguien se siente que la vida vale la pena, hay un estado de libertad y de descontrol que merece ser disfrutado. Durante el abrazo, somos inconscientemente humanos.
Para mí, igualmente, de tantos abrazos que llevo entregados y recibidos, me sigue perturbando aquél que se fue totalmente de mis manos, el primero, a ése le doy gracias por su vocación de entrega, por enseñarme y por aún repetirse mágicamente día tras día.
Carajo que valió y vale la pena el riesgo.

Juan De La Maza, Rubén Vigo, Osvaldo “Chiquito” Tramontina y Leandro Poroyan

Testimonio

La poesía no conviene

   A no dejar entrar a la poesía por la puerta grande de los humanos. Debemos ponerle trabas suficientes, puertas infranqueables, y en todo caso, que del otro lado no haya gente, entiéndase mujeres, hombres, niños.
   La poesía es el motivo de una consecuencia futura, de una problemática que no se podrá revertir cuando amanezcan seres pensantes, seres que digan, que se comuniquen con el prójimo.
   Debemos ser precavidos, prestar atención a las manifestaciones de las almas en donde se encuentren, en las calles, en una plaza, en los bares o por lugares que ellos denominan teatros. Hay que vigilarlos, suelen parecer seres normales que nos escuchan y proceden según les decimos, pero la realidad es otra.
   Utilizan algo llamado metáfora, y de eso sí hay que cuidarse, dicen que dicen lo que dicen pero no dicen lo que nos dicen que dijeron. Hasta hoy, para nosotros es indescifrable este tema, pero hemos visto que los que escuchan, lagrimean; hay otros que se ríen, y algunos permanecen en silencio, ni parpadean, quedan tan concentrados que no leen diarios, ni miran televisión.
   Según nuestros registros, existieron pueblos avasallados por la denominada poesía, por suerte pequeños. En aquellos pueblos los humanos se comunicaban entre ellos, como si sus almas estuvieran enlazadas; no escuchaban  las órdenes, ni respetaban las obligaciones que se les imponían; un verdadero caos para nuestros pares de esos tiempos que les resultaba imposible dominarlos por el bien de todos.
   Así que a estar atentos, en cuanto vean poetas o crean estar en presencia de la denominada metáfora, cuando les parezca que los humanos que escuchan en sus rostros demuestran sensaciones parecidas a la alegría o la tristeza, seguro están en presencia de seres libres, y esto, no es admisible. 

JEFATURA DEL COMANDO DEL ORDEN
Construcción

Adherido al asfalto,
sin sombra,
perfecto,
sin sangre,
ni una mancha.
Llueve algo, cae, cae,
quedó espalda al universo,
sin risa,
con mueca,
con ojos de espanto,
                        inútil su vuelo de andamio.
El cemento trepa,
parte las nubes,
y llueven hombres.
Dicen del tablón quebrado…,
pero no,
el destino mata.
Dicen de la soga cortada…,
pero no,
el alcohol mata.
La obra no para,
no hay culpables,
tumulto abajo,
miradas, y uno menos.
Llueven obreros,
ayer, hoy y mañana,
llueven obreros.
¡Qué tormenta!
A circular señores,
 a circular,
la obra no para.

Rubén con sus hermanos de la vida, los poetas  Osvaldo “Chiquito” Tramontina y Juan De La Maza


Desalojo

Llegó el arrebato,
la ley sepulta al abuelo,
empuja sus muebles,
             quiebra sus cuadros.
¡Es la ley, el sillón
                                    y la olla a la calle!,
golpeó con sentencia
   de intemperie para el anciano.
Tiene el pelo agotado,
tiene un invierno de cuotas,
una hipoteca de llantos.
Rodean al viejo
                                     heladeras, zapatos,
las cucharas del pueblo
al cordón,
los platos al asfalto.
Llegó el arrebato,
rematan las palomas,
vacían el ciruelo,
el viejo no mira,
tiene brazos de niño
y un silencio alejado.
Pero tanto juez
       y tanto abogado
            no pueden,
no detienen la lucha
                                     ni los brazos.                                                  
                                                 
          Detrás de la palabra PASO, Susana Altamirano, compañera de la vida del poeta 
Prostitución

Tumba del placer,
           hambre,
                       asco.
Llegan las hienas,
hembra,
           hembrita,
niñita de falda,
vidriera fantasma.
Liliana Primera,
reina sin corona,
esquina con piernas.
Pasan los autos, ventanas, labios,
manos, violencia.
¡Señores, a comprar culos,
           bocas,
                        pezones!
Vereda con Liliana Primera,
           hembra, hembrita de doce,
               remata piel en las noches,
billetes por amor,
flagelo por monedas.
Hiela, nieva, espera,
ya vienen las hienas Liliana,
traen fusiles de caricias,
vienen matando duendes.

Fuente
- Salvo el primer texto “Abrazos”, los demás textos pertenecen al libro La Hojas Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles de Buenos Aires, Ediciones La Pluma y La Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis Vilchez

- Archivo de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento



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